26.4.07

Once

"¿De qué huyes?" Susurrando. "O, ¿de quién?

"¿Por qué me preguntas eso?"

"No tienes porque contestar," silencio. "Pero es obvio que huyes de algo..."

Sin brusquedad retiró sus brazos de su torso desnudo y le dio la espalda.

"No te enfades..."

Un moribundo fuego bailaba con las sombras de sus cuerpos desnudos sobre la arena. Ella le besó suavemente la espalda en busca de su perdón. Él se levantó lentamente y sin mirar atrás se dirigió hacia el agua. Estuvo allí, de pie, durante una eternidad. Ella lo observó sentada junto al fuego. Su rostro brillaba con el brillo de quien todavía es capaz de maravillarse de cuanto acontece a su alrededor.

"Huyo de mí."

Silencio.

"Huyo de mi pasado, de mi presente, de mi futuro."

Silencio.

"Huyo de Carmen."

Silencio.

"Huyo..." los ojos de ellas se inundaron de lágrimas.

"Lo siento," dijo. "No debí preguntar. Acabo de conocerte. Acabas de regalarme tu esencia. No me importa si huyes o no, no me importa quien eres, quien eras, quien serás. Perdóname."

"No importa... Tarde o temprano tengo que enfrentarme a mis miedos, tengo que enfrentarme a lo que me ha traído hasta aquí".

Sin decir nada más se adentró en el agua y nadó, nadó y nadó.

Cuando regresó a la orilla el fuego se había extinguido. Amanecía tímidamente. La buscó con la mirada y la encontró en el suelo, a los pies de un hombre de aspecto hostil y descuidado.

"Óscar," levantándose.

El hombre la azotó y cayó al suelo violentamente y dirigió su mirada a Óscar y lo desafió.

"¿Quién eres tú?"