7.12.06

Diez

Suena.
Una vez.
Dos veces.
Tres veces.

Número desconocido.
Responden.

- ¿Hola?

- Hola… -atropellada- Sé que no me conoces, pero conoces a Óscar, ¿verdad?...

Silencio de humo. La voz temblorosa de Carmen acaba de hacer un esfuerzo sobrehumano.

-Sí. –Alegre- ¿Te ha pedido él que me llames? Llevo días…

Carmen la interrumpe seca.

- Él no te dijo que tenía novia ¿verdad?

Silencio.
Más silencio.

- Claro que me lo dijo. Tú debes ser Carmen. Me habló de ti, de vosotros… Pero me dijo que ya no estabais juntos y que…

Carmen, vestida de negro, siente que el suelo del Retiro se hunde bajo sus pies, lanza un sollozo roto que se expande por cada esquina, siente temblar sus piernas, llora sin poder llorar, quebrada, le falta el aire…

Mientras, el niño de pelo oscuro sigue haciendo de las suyas y su madre intenta que no se rompa nada en uno de sus saltos arriesgados. La pareja de enamorados se besa. El mimo se ha ido. El chico que toca la guitarra sigue a lo suyo. Las dos chicas también. La vidente guarda un billete en su bolso y los dos chicos se alejan sonrientes.

Una joven, con falda verde y camiseta amarilla, se da la vuelta para comprobar que había oído antes aquella voz, hacía muy poco. Carmen levanta la mirada. Ojos de bruma. Carmen y aquella chica se cruzan de nuevo, esta vez en el aire.

- ¿Sabes Carmen? -Muy triste- A veces las cosas no son lo que parecen… Pero a veces sí.

La chica cuelga y empieza a caminar hacia Carmen como si toda la tristeza del mundo se hubiese posado sobre ellas…

Carmen llora, deshecha, sentada en un banco del Retiro, con el móvil en la mano muerta, mientras ve cómo se acerca la chica, esa joven tan dulce que hace un momento la abrazaba.

Cuando llega junto a ella, vuelven a abrazarse, esta vez en silencio.

27.10.06

Nueve

Formentera.

Su avión aterrizó en el aeropuerto de Ibiza bajo una intensa lluvia. Equipaje de mano. Llegó a Formentera a bordo de un ferry lleno de turistas italianos.

Lucas llegaría cinco días después. Carmen y Luna, solteras.

Compró una bicicleta. A juzgar por su estado, el velocípedo había dado la vuelta a la isla en más de una ocasión... Pedaleó en busca de una playa tranquila donde poder instalarse. La encontró a media tarde cerca de El Pilar. Se enamoró de la isla. Amor a primera vista.

Tienda de campaña. Saco de dormir. Se quitó la ropa lentamente hasta quedarse completamente desnudo. Encaró el horizonte y gritó, éxtasis. Corrió hacia la orilla y se zambulló en su alegría. Después de un generoso y relajante baño regresó a la playa. Todavía desnudo buscó leña en los alrededores. Fuego. Cenó de cara a un Sol agónico que despidió el día con gritos de color.

Hacía diecisiete meses que había decidido compartir su vida con Carmen. A él nunca le había gustado la idea de comprometerse con nadie. Y seguía sin gustarle, pero se había acostumbrado a Carmen y, aunque no le gustaba admitirlo, la quería más de lo que nunca admitiría pero... Se quedó dormido junto al fuego.

Los primeros rayos del sol interrumpieron un sueño. Cuerda. Lucas. Óscar. Tirando de ella en sentidos opuestos. La brisa acarició su cuerpo todavía desnudo. Caminó hacia la orilla. Curiosidad.

Salió del agua poco a poco. Vestía únicamente un viejo pantalón corto de atletismo. Sílfide. Se detuvo frente al cuerpo desnudo de Óscar.

"Hola," su voz, dulce, relajada.

"Hola," su voz, ronca, agitada.

"Mi nombre es Luna, ¡buenos días! ¿Quién eres tú?" Sonriendo.

"¿Yo?" Nervioso. "Yo, yo soy Óscar... Encantado."

Cinco días después Lucas llegó a La Sabina en el mismo ferry que Óscar, sonriente. La sonrisa desapareció. Óscar lo estaba esperando, aturdido, magullado, tenso.

"¿Qué pasa?"

"Sígueme, no hagas preguntas..."

2.10.06

Ocho

Volvió a despertar.
Esta vez no había tubo en la garganta.
Ni tanta angustia.
Era como si la tormenta de su mundo interior se hubiese calmado.
Noche tranquila.

Cuando la galaxia en espiral que era su memoria volvió a su sitio, lentamente, sintió su respiración cerca. Alargó la mano. Su mano ligada a las agujas, ligadas al suero, ligadas al calmante. La tocó.

Ella se agitó despacio, lo miró, distinguiendo su relieve contra los pálidos reflejos que venían de debajo de la puerta y la luz que se colaba por entre los huecos de la persiana que daba al pasillo. Encendió la pequeña lámpara.

Entró en sus ojos como una dulce avalancha, como una lenta tromba, como una inmensa marea de paz que prometía invadirlo todo y no retirarse jamás…

- Hola mi amor – voz lenta, rota-.

- Hola mi cielo – Luna tiembla-.

De repente, un recuerdo, un zumbido, un aguijón…

- ¿Óscar? Tenía que…

- Shhhhhh… Ya hablaremos de Óscar. Ha venido Carmen y me ha contado algunas cosas. No te preocupes. Lo importante es que estás bien.- Se levanta y le besa la cara despacio…

- …Me duele todo el cuerpo…

- Eso es buena señal… -esperanza- …cariño… -silencio- ¿no recuerdas nada?

- Había quedado con Óscar en la cafetería del hospital, pero… luego, me envió un mensaje y me dijo que fuera a casa, que tenía una sorpresa para mí… Después sólo recuerdo… una llamada… las ventanas de casa… una sirena…

- Lucas… -habla muy despacio- No sabemos cómo, pero algo o alguien casi te secciona la columna… -agitación- Parecía más grave de lo que es… aún no sabemos si tendrás alguna secuela. Ayer vino desde Bruselas el doctor Álvarez; ahora que estás despierto podrá examinarte mejor...

- Dios…-sudores fríos-

- Lucas…-agarra su mano con fuerza- aún hay algo más… -silencio- Tenías una herida en el abdomen… te estabas desangrando cuando María te encontró… Los médicos creen que pudo ser una especie de… aguja larga…

Lucas piensa "El aguijón…"

- Ahora descansa. Ya pasó lo peor…

- ¿Cuánto tiempo ha pasado…?

- Llevas cinco días dormido.

- Cinco días… Puede que sea tarde.

-¿Tarde para qué?

- Luna, tengo que contarte algo…

20.9.06

Siete

A Carmen no le gusta pasear.

A las nueve claustrofobia. Teléfono móvil, tabaco, llaves, número de teléfono.

Vestía falda y camisa negras a juego con su ánimo. Caminó sin rumbo. Cuando quiso darse cuenta se encontró en El Retiro. Se dejó caer en un solitario banco.

Un niño de pelo oscuro corría en dirección opuesta a su madre mientras ésta lo regañaba tímidamente en un idioma extranjero. Una pareja de enamorados caminaba en silencio, mirándose a los ojos, sonriendo, ajenos a cuanto acontecía a su alrededor. Un mimo se despedía de tres marionetistas con los que había estado compartiendo su jornada laboral, con los que la volvería a compartir al día siguiente. Un chico tocaba la guitarra ante la mirada atenta dos chicas que fumaban mariguana al ritmo de la música. Una vidente predecía el futuro de un joven que acariciaba con disimulo la mano de un amigo. Una joven se agachaba a recoger algo frente a un banco ocupado, sus miradas se encontraron.

"¿Es tuya?"

"¿Qué es?"

"Nunca antes me había encontrado una foto. ¿Es tuya?"

"No."

"Me gustan las fotos. Las historias que esconden.¨

"Sí..."

"¿Tú crees que están enamorados?" Se sentó en le banco y le mostró la foto de un hombre y una mujer abrazados por la cintura. "Él parece mayor, a lo mejor es su padre..."

"Puede..."

"¿Dónde están?"

"No sé... ¿Barcelona? Están en la playa."

"No parece Barcelona... ¿Por qué estás triste?" Silencio.

"Estoy bien, no te preocupes."

"No lo estás, aunque porque ibas a compartirlo conmigo. Te regalo la foto. Parecen felices. Parecen... A veces las cosas no son lo que parecen."

"A veces..." Abatida.

"A veces sí," se abrazaron. "Ha sido un placer."

Se alejó lentamente. Vestía falda verde y camiseta amarilla. Antes de abandonar el parque le ofreció una piruleta a un niño, fue invitada a un concierto de música africana, le ofrecieron chocolate, se enamoró fugazmente de un jardinero, sonó su teléfono móvil...

"¿Hola?"

Carmen la vio alejarse, cerró los ojos, miró la foto, cerró los ojos, buscó el número de teléfono en su bolsillo, cerró los ojos... Se dejó seducir por el humo de un cigarrillo antes de saltar al vacío. Línea. Un tono. Dos tonos. Tres tonos. "¿Hola?"

"Hola."

5.9.06

Seis

Carmen apaga el cigarrillo ansiosa y enciende otro.

Pide otro café. Negro. Amargo.

Frente a ella, al otro lado de la calle, la gris fachada del hospital mezclada con los reflejos de cristal de una enorme ventana que no aísla del ruido de los coches. Madrugada de pecera.

Se ve a sí misma reflejada. Pelo negro. Luces de coches y semáforos. Ojos grises. Ojeras. Reflejos de una mañana gris. Como su alma.

Lleva cuatro días visitando a Lucas. Un tal doctor Álvarez ha llegado de Bruselas. Le ha dicho a Luna que hay esperanzas de que no sea tan grave, pero no es seguro.

El domingo por la mañana estuvo en su casa para ver si Luna había llegado. Se pasó en el portal toda la mañana. No sabía qué hacer. Necesitaba la documentación de Lucas, se la pedían en el hospital… Decidió usar el truco y entrar por la ventana de abajo.

Luz roja, intermitente, en el contestador… podía ser importante…

Soy mamá…” - - - Voz de madre.

Niña, tenemos pendiente un café para preparar la fiesta…” - - - Voz de amiga.

Hola... ¿Lucas? - - - . Voz de mujer desconocida.

Hola Lucas… Tú no me conoces, pero Óscar me dijo que te llamara… estoy a punto de coger el avión… estaré allí en hora y media, como mucho dos horas. ¿Podrías avisarle? Mi número es… Gracias”- - -

¿?¿? ¿Óscar?

Hola otra vez… ¿Hola?...” - - -

¿?¿?¿?

"Hola Lucas… Te he llamado cuatro veces ya. Espero que recibas mis mensajes. Óscar me dio tu número de teléfono. Me dijo que tú podrías ponerte en contacto con él y hacerle saber que había llegado. Ahora mismo estoy en el aeropuerto. Volveré a llamarte desde el hotel. Gracias." - - -

Otro cigarrillo. Otro café.

La angustia aprieta. Ahí, en la boca del estómago. En la garganta. Óscar.

Frente a ella, al otro lado de la calle, la gris fachada del hospital. Reflejos de un mundo que se le hace grande. Reflejos de una mañana gris. Reflejos de una tristeza gris. De un alma gris. Gris.

Los grises ojos de Carmen están secos. Se han perdido en la dulce voz de un contestador. Entre sus dedos torturados, un papel con el teléfono de esa chica. Un papel manoseado y gris…

4.9.06

Cinco

No conocía a nadie. Habían pasado ya tres días desde su llegada. Lucas no se había puesto en contacto con ella. Hola, en estos momentos no podemos, o queremos... Una vez. Y otra vez. Y otra. No sabía nada de Óscar.

Subió las escaleras del hotel, lentamente. No tenía prisa. Se había acostumbrado a perderse entre la multitud de historias que abarrotan la ciudad. Era paciente. Mantenía la esperanza de que el destino volviera a hacerle tropezar con él. Siempre había creído en el destino. Arco iris. Su pelo, corto, caoba, revuelto. Sus ojos, verdes, sinceros, incómodos. Su boca dulce, tímida, sonriente. Cerró la puerta de su habitación, giró sobre si misma, su falda se elevó, se dejó caer sobre la cama, sonrió.

"Hola Papillon,

No puedo dejar de pensar en ti. No puedo. A veces las cosas suceden cuando tienen que suceder. Te estaba esperando cuando te encontré. Necesitaba tu ayuda sin ni siquiera saber de tu existencia. No quiero pensar que no hay nada más. No quiero pensar que ha dejado de llover para siempre. Quiero pasear de nuevo junto a ti, cogidos de la mano, cómplices. Quiero que la lluvia nos sorprenda camino de ninguna parte. Quiero...

Y sólo entonces me doy cuenta de que los sueños, sueños son y de que yo soy yo y tú eres tú y de que te prometí que no me enamoraría de ti, de tu ser, de tu esencia, de tu magia...

Las promesas están para romperse.

Óscar"

Antes de dejar la postal nuevamente sobre la mesita de noche le dio la vuelta para sumergirse una vez más en la más real de las puestas de sol. Cerró los ojos. Bienvenidos a Formentera, el último paraíso...

14.8.06

Cuatro

Caminan rápido, casi corriendo. Luís, con bata, le lee el diagnóstico. Ella va poniéndose la suya por el pasillo, de camino a la UCI. Vuelan.
Lágrimas de fuego. Queman.

-La radiografía muestra lesiones entre la C5 y la C6, aunque no sabremos el alcance de las mismas hasta que baje la inflamación. Le pusimos el respirador, aunque es probable que se lo quitemos mañana…

-¿Ha tenido espasmos? –Se va secando las lágrimas. Arden-.

-Los tuvo al llegar. Hubo un momento en que despertó y sufrió una taquicardia. Está sedado…

-¿Ha venido Álvarez?

-Está de vacaciones. Pero le han llamado y ha dicho que vendría enseguida. Tardará unas cuantas horas en...

-¿Qué profundidad…?

-Poca. No sabemos con qué fue, pero debía ser punzante, aunque no muy afilado. Pensamos en un puñal pequeño, pero no sabemos más. También perdió mucha sangre. Al principio eso fue lo que nos asustó. Casi lo perdemos por parada en la ambulancia.

-¿Daños cerebrales?

-No lo sabemos.

Llegan a la puerta de la habitación casi ahogados… Se paran. Respiran. Ella cierra los ojos. Lágrimas furtivas. Abre los ojos. Mira a Luís. Despacio. Le coge la carpeta con el diagnóstico. Intenta sonreír.

-Gracias.

-Estaré por aquí.

Entra a la habitación. Se acerca a él, lo besa. Lágrimas de rabia. ¿Quién…? Silencio. Lucas mueve los ojos, soñando, sin saber que es muy probable que se haya quedado tetrapléjico. En el suelo, apoyado contra una esquina, la funda de un saxo “Prestini”.

-Fue idea de Óscar. Para su cumpleaños…

-Carmen… - Se acercan. Se abrazan. Se funden… -¿Dónde está Óscar?

-No lo sé. –Seca. Silencio-. Ni me importa.

11.8.06

Tres

El último fin de semana de cada mes lo pasaba en el pueblo, con sus padres. Orgullo. Lejos del olor del hospital. Libertad. Su padre gustaba de conversar con ella de cualquier cosa. Su madre gustaba de escuchar el eco de su joven voz en los pasillos de una casa cuyas paredes no ocultaban el paso de los años. Eras muchos los que, seducidos por los encantos del neón, habían abandonado el pueblo. Ella huía siempre que podía. Huía de su teléfono móvil, de sus amigos de plastilina, del amor de su vida.

El domingo, después de almorzar, se despidió de sus padres y se puso al volante de su todo terreno. Tres horas. Paró en el centro comercial. Preservativos. Fresas. Nueces. Nata. Papel higiénico. Incienso. National Geographic. Yogures. Leche.

Abrió la puerta de entrada y encendió la luz y dejó caer su bolso y las bolsas de plástico sobre la superficie de madera del suelo del loft y se ahogó y corrió hacia la cama y recorrió los restos de sangre con la palma de su mano derecha y gritó su nombre y sus ojos se llenaron de lágrimas y suspiró y escuchó el último de los veintitrés mensajes de su contestador.

"Luna, soy Carmen," su voz, penumbra. "Te he llamado varias veces por si acaso habías vuelto antes de casa de tus padres. Lucas está en el hospital. No te preocupes, está fuera de peligro. Recibió una puñalada. María, tu vecina, lo encontró inconsciente el sábado por la tarde. La puerta estaba abierta. Te llamo desde el hospital..."

Sin acabar de escuchar el mensaje se abalanzó sobre su bolso y salió corriendo cerrando la puerta con fuerza tras de sí. Lágrimas. Conocía el camino que separaba su casa del hospital como la palma de su mano. Suspiros.

8.8.06

Dos

Cuando despertó no sabía dónde estaba. Le ardía la garganta.

“Hola Lucas.”

Las palabras retumbaban lejanas. Quería mirar hacia un lado, coger el teléfono, decirle que no tenía ninguna necesidad de Óscar, que podía prescindir de él… Pero todo le pesaba. Prestó atención. Despacio. Buscó el calor de su cama. Buscó la tibieza del sol entrando por los ventanales del loft. Nada… (Rojo. Intermitente.)

“Espero que recibas mis mensajes.”

¿Ella? Debía estar cerca… ¡Si aún podía oírla! Tenía que ir al aeropuerto… ya no estaría allí. Iría al hotel para decirle que… ¿qué tenía que decirle? ¿Óscar…? Lo apartó mentalmente como quien aparta a una mosca molesta y sigue con lo suyo… Tengo que vestirme, cambiarme la camisa, limpiar ese zapato… no puedo ir por ahí manchado de sangre…

¿Sangre?
¡¿Qué sangre?!

Cuando abrió los ojos el monitor se aceleró y tuvo una taquicardia. La enfermera acudió rápidamente y le inyectó un calmante. El respirador, aferrado a su garganta, seguía a su ritmo, ignorando el del corazón acelerado, que ahora empezaba a estabilizarse. El médico acudió a la habitación y observó el informe del paciente…

-Una puñalada al nivel de las C5-C6… Mañana le retiraremos el respirador… Con suerte podrá mover el hombro derecho… tal vez el codo, pero no es seguro.

Lucas soñaba con luces rojas viscosas e intermitentes sobre un fondo azul cielo. Una enorme avispa que le recordaba a alguien y que sonaba como una sirena de ambulancia le picaba en la espalda… pero no le dolía.

Uno

El silencio retumbaba en sus oídos. Diecisiete mensajes en el contestador. Rojo. Intermitente.

Desde la puerta de entrada, metálica, negra, inexpresiva, hasta el dormitorio del loft, un llavero corriente, unas llaves confundidas, una chaqueta añeja de piel marron, un zapato limpio, una cartera sonriente, un zapato sucio, una corbata suicida.

Cerró los ojos con fuerza intentando huir. Azules. El repentino sonido del teléfono le hizo reaccionar. Ocultó su cabeza bajo la almohada.

"Hola," su voz a través del altavoz del teléfono. "En estos momentos no podemos, o no queremos, atenderte. Déjanos un mensaje si quieres correr el riesgo de que nos pongamos en contacto contigo..."

"Hola Lucas," femenina, dulce, musical. "Te he llamado cuatro veces ya. Espero que recibas mis mensajes. Óscar me dio tu número de teléfono. Me dijo que tú podrías ponerte en contacto con él y hacerle saber que había llegado. Ahora mismo estoy en el aeropuerto. Volveré a llamarte desde el hotel. Gracias."

"¿Óscar?" murmurando. "¿Quién es Óscar? Óscar ya no está, Óscar ya no está..."

La mancha roja de su camisa había manchado ya el azul cielo de sus sábanas.